Esta semana os hablamos de las propiedades de los arándanos.
El arándano es una baya de color oscuro que crece en un pequeño arbusto de la familia de las Ericáceas del género Vaccinium.
Estas frutas son de bajo valor calórico por su escaso aporte de azúcares. Destaca su contenido en vitamina C, mayor que muchos cítricos. Dicha vitamina interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.
Además, son fuente de fibra, lo cual ayuda a mejorar el tránsito intestinal. En cuanto a los minerales, destacar el potasio, hierro y calcio.
Pero lo que más caracteriza a estos frutos rojos es su poder antioxidante. Este poder antioxidante es debido a la acción combinada de sus ácidos orgánicos y las 15 antocianinas que les confieren su peculiar color, entre las que cabe citar la mirtilina, la cianidina, la definidina, la malvidina, la peonidina y la petunidida. Desde el punto de vista bioquímico estos compuestos se caracterizan por neutralizar la acción de los radicales libres que son nocivos para el organismo. Estas propiedades pueden dar lugar a efectos fisiológicos muy diversos; efectos antiinflamatorios y acción antibacteriana, entre otros. Además, contienen proantocianidinas, una docena de flavonoides y taninos de efecto similar. Uno de ellos es el resveratrol, que también se halla en las uvas negras y que es conocido por su efecto anticancerígeno.
Los arándanos pueden ayudar a combatir infecciones y a mejorar la circulación periférica. Además, el jugo de arándanos de la variedad roja, ejerce una sorprendente acción antiséptica y antibiótica sobre los gérmenes causantes de las infecciones urinarias. Por otra parte, los arándanos contienen ácido quínico, sustancia que se elimina y acidifica la orina, de modo que evita que se formen cálculos o litiasis renal de fosfato cálcico, no de otro tipo de cálculos. Sin embargo, no es un medicamento, y eso hay que tenerlo claro.