La enfermedad de Crohn es un proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal, cuyas causas se desconocen, aunque se sabe que hay ciertos factores genéticos, infecciosos e inmunológicos implicados en su aparición y desarrollo. En este último sentido, algunas investigaciones han mostrado que en la enfermedad inflamatoria intestinal, las defensas del cuerpo actúan en contra de los componentes del mismo cuerpo, que son atacados como si fueran elementos extraños, y esto provoca las lesiones inflamatorias.
A continuación, se muestran unas recomendaciones nutricionales generales para pacientes con enfermedad de Crohn:
• La dieta debe de ser amplia, equilibrada y muy variada.
• Se deben evitar las comidas abundantes, intentando distribuir los alimentos diarios en 5 ó 6 comidas, procurando comer pequeñas cantidades.
• Es importante masticar bien, comer con calma y reposar después de las comidas.
• Se debe cocinar utilizando preparaciones poco grasas: hervidos, papillote, plancha, horno, grill, parrilla.
• Es recomendable beber abundante líquido (2-3 litros de agua al día)
• La dieta deberé estar lo más exenta posible de fibra insoluble. Se debe ir aumentando poco a poco la ingesta.
• Se deben evitar las grasas transformadas de la bollería, pastelería y precocinados.
• Es importante la toma de alimentos fortificados en vitamina D y pescados.
• El aporte de lactosa debe ser muy bajo en fases de brote severo, y moderado en fases de brote leve (en el caso de que haya dificultades para digerir la lactosa). Es frecuente que se produzca intolerancia a la lactosa por lo que habrá que restringir o eliminar los lácteos.
El yogur y los quesos suaves, dado su escaso o nulo contenido en lactosa se suelen tolerar bastante bien a medida que van remitiendo los síntomas. Mientras tanto, se ha de vigilar que se tome calcio en cantidad suficiente a través de productos especiales sin lactosa o de soja fortificada (enriquecida con calcio y vitaminas A y D) o bien añadiendo lactasa (enzima que digiere la lactosa) a la leche.
• Se recomiendan los llamados alimentos prebióticos y aquellos ricos en ácidos grasos omega 3 y 6, que ayudan a restaurar la mucosa intestinal.
Por su parte, en la fase de remisión, se debe seguir una dieta saludable, suficiente y variada, incorporando todos los alimentos que cada individuo tolere adecuadamente. Además, es importante seguir estas recomendaciones:
• Consumir habitualmente cereales, hortalizas, frutas, verduras y legumbres.
• Reducir el azúcar de adición, alimentos muy dulces y bebidas muy azucaradas.
• Disminuir la cantidad de grasa de la dieta y los alimentos ricos en grasas como la carne (de cerdo, vacuno graso) la bollería, charcutería, etc.
• Consumir preferentemente pescado o aves.
• Utilizar grasas de calidad (aceite de oliva) y consumir pescado azul una o dos veces por semana.
• Moderar el consumo de sal.
Gracias al seguimiento de estas recomendaciones se consigue minimizar los síntomas característicos de la enfermedad y la aparición de los brotes. Sin embargo, y como se ha comentado anteriormente, la dieta debe estar personalizada según la persona, para lo cual puede ser de gran ayuda acudir a un dietista/nutricionista.